A 378 millones de años luz de la Tierra se encuentra la estrella Elias 2-27, a su alrededor existe una masa de gas y polvo “este material formará planetas, es decir, es un disco protoplanetario, su particularidad es que es muy masivo y en él ocurren inestabilidades gravitacionales”, así lo explica Teresa Paneque, astrónoma egresada del Magíster en ciencias mención Astronomía de la Universidad de Chile y primera autora de la investigación.
“Este fenómeno (la inestabilidad gravitacional) es un mecanismo óptimo para formar planetas gigantes (como ¡Júpiter!), siendo ampliamente estudiado en la astronomía contemporánea, pero esta es la primera vez que se consigue evidencia observacional robusta de que está ocurriendo. Este logro fue algo así como ‘pillar’ al sistema con ‘las manos en la masa’”, añade Paneque quien actualmente cursa sus estudios de Doctorado en el Observatorio Europeo Austral (ESO), en la ciudad de Garching Alemania
El estudio de discos protoplanetarios usando el telescopio ALMA permite inferir la estructura y dinámica de estos objetos. “Conociendo estas propiedades, logramos comprender más sobre el proceso de formación planetaria. Y en este estudio, pudimos observar por primera vez varias características inusuales: el gas es asimétrico y tiene perturbaciones en velocidad cerca de las regiones espirales, lo último corresponde a predicciones teóricas hechas para inestabilidades gravitacionales”, indica Laura Pérez, académica del Departamento de Astronomía FCFM de la Universidad, investigadora del Centro de Astrofísica CATA y científica guía de Paneque, durante esta investigación. “Entonces, estudiar un disco así nos permite avanzar en la comprensión de esta forma distinta de formar planetas, y de la cual existen pocas observaciones pues al parecer es bastante inusual.”.
Un equipo internacional
El grupo de investigación estuvo compuesto por 19 científicos de múltiples nacionalidades, uno de ellos fue John Carpenter, científico jefe del observatorio ALMA y coautor de la investigación. Para él “las imágenes de alta resolución angular obtenidas con ALMA en múltiples longitudes de onda fueron clave para estudiar la morfología del disco y las propiedades del polvo”, quien además explica que “la ubicación espacial de las partículas de distintos tamaños permite comprender los procesos de crecimiento del polvo e inferir el origen de la morfología en espiral”.
Ahora, Teresa pretende continuar investigando este fenómeno en su doctorado, sobre todo la composición y distintas moléculas químicas disponibles, para entender cuales son los “ingredientes” primordiales para formar planetas. Para lo cual continuará trabajando con la gran red de colaboradores que estudian los discos protoplanetarios en universidades y centros de investigación en todo el mundo.