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Y de nuevo la Teletón

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Beatriz Revuelta. Directora carrera de sociología, U. Central.

En estos días vivimos campañas publicitarias que nos invitan a participar nuevamente de la Teletón. Estas campañas, diseñadas para movilizar nuestros más profundos sentimientos y emociones asociados a la ayuda, la solidaridad y el apoyo promueven el pensar la discapacidad desde una mirada penosa y lamentable, y no desde los derechos reconocidos y refrendados por Chile a través de la Convención por los Derechos de las Personas con Discapacidad.

Este evento nacional, constituye un show mediático y publicitario en donde los derechos a la participación, y el bienestar de las personas con discapacidad y sus familias se pone en juego, y ciertamente se ponen en juego. Lamentablemente las familias que participan no tienen mucho más que hacer que apoyar y disponer sus esfuerzos emocionales, exponiéndose en el programa televisivo porque efectivamente son los Institutos Teletón los únicos que brindan los apoyos y soportes oportunos para sus hijos e hijas. Sin duda, faltan políticas públicas, falta protección social, falta reconocimiento de derechos. Chile como país está en deuda con las personas con discapacidad. Es inadmisible que sigamos realizando estos eventos y nos sintamos unidos, nos sintamos profundamente chilenos por este acto “solidario” que favorece la recaudación de fondos, sin embargo, constituye en sí mismo una campaña anti derechos de las personas con discapacidad.

Ninguna persona debería estar sometida a un bingo nacional masivo para poder obtener derechos básicos a la atención en salud, a la rehabilitación y al bienestar. Las personas con discapacidad deben dejar de ser vistas como una excepción de la regla, eventos fortuitos que ocurren en una familia o ser representadas como una minoría, deben ser pensadas verdaderamente como parte de la diversidad, como parte de lo que somos como seres humanos. El transitar a este tipo de definiciones permitiría considerar que todos necesitamos apoyos proporcionales a lo largo de nuestra vida, en unas ocasiones más que en otras o incluso apoyos y cuidados permanentes, y no hay nada de malo en aquello. Pensarnos desde los cuidados, porque justamente los cuidados son los que sostienen lo que somos en el día a día, hace que abandonemos concepciones tradicionales que continúan considerando a las personas con discapacidad como excepcionales.

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