OPINIÓN

A un año de la Ley de las 40 Horas: transformación, desafíos y complejidades de su implementación

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Este 26 de abril se cumple un año desde que la Ley 21.561, más conocida como la “Ley de las 40 horas”, comenzó a reescribir las reglas del trabajo en Chile. No se trata solo de un cambio legislativo más; estamos hablando de una verdadera revolución en el concepto de trabajo en nuestro país. Desde su implementación, se ha ido reduciendo la jornada laboral semanal de los empleados de 45 a 44 horas, con un horizonte fijado en 2028 para alcanzar las ansiadas 40 horas semanales. Este es un camino hacia la redefinición del equilibrio entre el trabajo y la vida personal, prometiendo un futuro donde el trabajo enriquezca la vida sin consumirla.

La promesa central de esta ley es audaz: otorgar a los trabajadores tiempo precioso para dedicar a sus familias, descanso y actividades personales. Imaginar un Chile donde el trabajo no consuma la vida, sino que la enriquezca, creando un equilibrio antes inimaginable entre el deber y el ser. La expectativa subyacente es que una jornada laboral reducida se traduce en trabajadores más satisfechos y productivos, como lo sugieren diversos estudios a nivel internacional. Este es el sueño que la “Ley de las 40 horas” busca hacer realidad.

Pero la ley va más allá de la mera reducción horaria, introduciendo conceptos como la flexibilidad laboral, con jornadas que permiten, por ejemplo, trabajar cuatro días y descansar tres, adaptaciones especiales para padres o cuidadores de menores de 12 años, y regulaciones específicas sobre horas extras y su compensación. La ley también pone límites a la exención de jornada para ciertos roles y establece que la suma de horas ordinarias y extraordinarias no puede exceder las 52 semanales. Además, redefine la jornada parcial a 30 horas semanales, eliminando el esquema anterior que propiciaba jornadas excesivamente largas para ser consideradas “parciales”. Un aspecto particularmente controvertido, dice relación con la redefinición del Artículo 22 del Código del Trabajo

Sin embargo, no todo ha sido un camino fácil. Al mirar de cerca el primer año de implementación, nos enfrentamos a las complejidades y desafíos que una normativa tan ambiciosa trae consigo. Las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYME’s), vitales para nuestra economía y fuente de alrededor del 65% del empleo formal, enfrentan un mar de dificultades. Ajustarse a la nueva realidad significa lidiar con un aumento en los costos debido al pago de horas extraordinarias y la necesidad de reorganizar las horas de trabajo de manera más eficiente a fin de evitar el aumento de una plantilla de personal estrecha.

Sectores críticos como la salud, educación, hotelería y transporte, la reducción de la jornada laboral presenta obstáculos significativos, donde las necesidades de servicios continuos chocan con las restricciones horarias, planteando interrogantes sobre la preparación para esta transición sin comprometer la calidad y accesibilidad de servicios esenciales.

La reducción de 45 a 44 horas semanales que deben cumplirse este mes a un año de vigencia de la ley no ha estado exenta de dificultades. Algunas empresas han expandido el horario de colación en 12 minutos diarios, cumpliendo así con la disminución horaria, pero dejando intacta la jornada laboral para los trabajadores.

Otro punto de controversia ha sido la definición de los roles sujetos al Artículo 22 del Código del Trabajo, especialmente la decisión de excluir a ciertos trabajadores de la limitación de jornada debido a la naturaleza de sus funciones. La Dirección del Trabajo, informó que aquellos trabajadores que presten servicios como gerentes, administradores, apoderados con facultades de administración y quienes trabajan sin fiscalización superior inmediata, quedarán excluidos de la limitación de jornada, debido a la naturaleza de sus funciones. De esta manera, aquellos cargos que hoy trabajan, por ejemplo, en terreno y que estaban exentos, si tienen algún tipo de supervisión directa e inmediata, pasarán a tener una jornada fija de trabajo con horario. Esta determinación ha generado un debate sobre la equidad y la efectividad de la ley en su objetivo de proporcionar un equilibrio entre trabajo y vida personal a todos los trabajadores.

Un año después, la “Ley de las 40 horas” revela que las buenas intenciones legislativas enfrentan el riesgo de complejidades no anticipadas, tensionando el mercado laboral y, potencialmente, incentivando la elusión y el incumplimiento. Para que esta transformación laboral no termine siendo contraproducente, es crucial que avancemos hacia una mayor productividad y flexibilidad laboral.

Rodrigo Flores Guerrero,
PhD. Facultad de Psicología, Universidad San Sebastián. Director Magister en Gestión de Personas y

Efectividad Organizacional.
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