Por Ricardo Rincón González. Abogado
A un mes de las primarias oficialistas, el escenario que parecía tranquilo para Carolina Tohá comienza a mostrar grietas. La última Encuesta Panel Ciudadano de la Universidad del Desarrollo revela un giro inesperado: Jeannette Jara, abanderada del Partido Comunista, ha acortado en forma drástica la distancia que la separaba de la ministra del Interior, pasando de una desventaja de 12 puntos porcentuales a apenas 3. Y no solo eso: ambas candidatas se alejan con claridad de Gonzalo Winter, quien pareciera haber quedado atrapado entre dos mundos.
La señal es clara: la primaria del 29 de junio ya no es una formalidad, es una batalla real. Una que puede redefinir no solo la correlación de fuerzas dentro del oficialismo, sino también el tono, los temas y la dirección política de lo que será la oferta presidencial del sector. La presunta “inevitabilidad” de Tohá se desdibuja, y el PC, con una candidata disciplinada y de discurso cuidadoso, ve una oportunidad de oro para reposicionarse en el eje de poder.
¿Qué está pasando? Varias cosas a la vez. Primero, el electorado oficialista parece cansado de la ambigüedad y de las gestiones tibias en medio de crisis graves. La imagen de Jara, exministra de Trabajo y rostro visible de la reforma previsional, se asocia a una izquierda menos performativa y más estructurada, lo que podría estar atrayendo incluso a votantes que antes optaban por el socialismo democrático. Segundo, el desgaste natural del gobierno, agravado por los escándalos como el caso Convenios o las licencias médicas falsas, no golpea solo a Boric: afecta directamente a sus figuras más expuestas, entre ellas, Tohá.
Para las oposiciones —en plural, porque aún no hay unidad— este cambio de tablero debiera prender todas las alarmas. Si la primaria oficialista logra movilizar una cifra significativa de votantes, se consolidará una candidatura con legitimidad popular y respaldo real en las bases. Pero si la participación es baja o el resultado es inesperado, se abrirán fracturas dentro del bloque que podrían cambiar todo el mapa.
Por eso, no basta con mirar el proceso desde la galería. La oposición debe tomar nota y actuar con inteligencia: definir pronto sus mecanismos de competencia interna, evitar el fraccionamiento autodestructivo y proyectar una imagen de gobernabilidad y sensatez, frente a un oficialismo que aún no logra unificar discurso ni proyecto.
En política, los triunfos no se heredan ni se suponen. Se construyen, voto a voto. Y el 29 de junio, más allá de quién gane en la izquierda, será un test de fuerza para todos.