El académico de la Universidad de Playa Ancha, Dr. Juan Pablo Reyes, ejemplifica sobre algunos usos y su influencia en el cambio de hábitos sociales, culturales y en el habla nacional.
A propósito del boom de las plataformas de streaming, que han masificado la experiencia de disfrutar -en casa o en cualquier dispositivo conectado a Internet- del cine y sus variados géneros, el académico de la Universidad de Playa Ancha Dr. Juan Pablo Reyes, hace un repaso por la jerga del séptimo arte y cómo ésta ha influido en el cambio de hábitos sociales, culturales y en el habla nacional.
Es así que desde la perspectiva de la psicología popular se usa “se pasa películas” o “pasarse rollos”. A las que se suman expresiones como “estamos viviendo una película de terror“, “estrella de cine”, “estrella de Hollywood”, se cree “Marlon Brando, Brad Pitt”, el “divo”.
También, escuchamos comentarios en sentido irónico y burlesco más notorios como “spaghetti western”, “tranquilein, John Wayne”, “yapo cojo”, “el león de la metro”, “y como mejor actor tenemos a”, “el oscar al mejor actor es para”, “se salió de libreto”, “se sabe el guión de memoria”, “cuéntate una de vaqueros”.
Uno de los casos más evidentes de la presencia de la jerga del cine, explica el lingüista UPLA, es el empleo de apodos referidos a figuras y personajes de la pantalla grande. Se refieren principalmente a las personas que se parecen físicamente y/o en la conducta psicosocial, “el doble de”, “tienen un aire a”, “es igualito a”, “el jovencito de la película”, “el padrino”, “la bella y la bestia”, “el chacal de Nahueltoro”, “Jalisco nunca pierde”, “ser el malo de la película”, “el llanero solitario”, “rambo”, “femme fatale”.
El académico de la Facultad de Humanidades agrega que “hemos incorporado los siguientes vocablos que se convierten en metáforas: “poner el foco en”, “hacer un montaje”, “jugar un rol protagónico”, “efectos especiales”, “reparto”, “tener un papel secundario”, “persecución cinematográfica”, “una escapada de película”, “tras bambalinas”, “detrás de las cámaras”, “luz cámara, acción”, “en primer plano”, “matineé, vermouth y noche”, “rodaje””.
Desde la perspectiva del éxito, la popularidad y los premios, la jerga del celuloide difundió y popularizó la “Alfombra roja”, y por ella pasó el glamour y las excentricidades de la moda y la belleza de los últimos 25 años. Y, de ahí, vendría, también, “el paseo de la fama”.
Incluso, tres personajes del cine mundial motivaron, dos verbos, Cantinflas, “cantinflear”, y Chaplin, “achaplinar”, y dos adjetivos en el caso de Tarzán, “atarzanado” y “tarzanesco” en el hablar.
En la dirección contraria, la lengua española hablada en Chile aporta a los diálogos de las filmaciones nacionales y, así, comprobamos, luego de revisar desde el “Húsar de la muerte” (1925) hasta “Sexo con amor” (2003) numerosos chilenismos que se han mantenido a lo largo de más 100 años de cine criollo.
Al respecto, el Dr. Reyes comenta que es interesante ver la importancia que le otorgan a los recursos lingüísticos los directores de cine. Raúl Ruiz en “Tres tristes Tigres” (1968) y “Palomita Blanca” (1973) consideraba la forma de hablar, como un elemento central de sus películas chilenas, al respecto, dice en sus cartas: “Ellos le cuentan a medio mundo que usted hace sus películas poniendo lo primero que se le viene a la cabeza. Es difícil explicar que para un chileno eso no es peyorativo (..). Sólo es verdad la mentira bien dicha”.
“Esta simbiosis entre el cine y el habla chilena es un fenómeno dinámico y en constante evolución, reflejando la capacidad del lenguaje para adaptarse y absorber nuevas expresiones. A medida que el cine continúe evolucionando y las plataformas de streaming sigan ganando popularidad, es probable que la jerga cinematográfica siga enriqueciendo y transformando el habla coloquial de los chilenos”, concluyó el académico de la Universidad de Playa Ancha.