Durante seis días, ambos países han desatado una escalada bélica con ataques aéreos y misiles que dejan centenares de muertos, evacuaciones masivas y alarmas diplomáticas.
El pasado 12 de junio, Israel lanzó la “Operación León Ascendente”, un ataque sin precedentes contra Irán, dirigido a sus instalaciones nucleares, defensas antiaéreas y altos mandos militares. Más de 200 aviones participaron en cinco oleadas, destruyendo parte del programa nuclear y eliminando a varios líderes de la Guardia Revolucionaria. En respuesta, Irán dio tres oleadas de misiles y drones hacia Israel, provocando decenas de muertos civiles y heridos, además de daños en edificios residenciales.
El conflicto no muestra signos de frenarse. Israel ha bombardeado áreas en Teherán y ha declarado haber alcanzado superioridad aérea. Por su parte, Irán amenazó con abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear y condicionó un posible diálogo a la ausencia de intervención directa de Estados Unidos. Ambos países ordenaron evacuaciones: Israel instó a los habitantes del distrito 3 de Teherán a abandonar la zona, mientras Irán emitió alertas en Tel Aviv y Haifa.
La comunidad internacional está en alerta máxima. Naciones Unidas, Reino Unido, la Unión Europea y potencias del entorno regional hacen llamados urgentes a la desescalada. Aerolíneas suspendieron vuelos y el mercado petrolero experimentó una fuerte volatilidad. En este escenario, Israel reafirma su objetivo de debilitar el programa nuclear iraní, mientras Irán busca presionar para retomar negociaciones nucleares sin intervención extranjera directa.