Editorial
Chile vive una crisis silenciosa pero profunda: la natalidad se ha desplomado a niveles históricos. Con una tasa de fecundidad de apenas 1,16 hijos por mujer en 2023 —la más baja de América Latina—, el país se encamina aceleradamente hacia un escenario demográfico que amenaza su viabilidad económica, social y fiscal. La gravedad del fenómeno exige no sólo diagnóstico, sino acción decidida.
Porque esto no es simplemente un tema de “menos niños”. Es un verdadero terremoto estructural. Una natalidad persistentemente baja implica una pirámide poblacional invertida: menos personas jóvenes, activas y productivas, y más adultos mayores que requerirán pensiones, cuidados de salud y servicios sociales. Es decir, más gasto público sostenido con menos cotizantes. El riesgo de insostenibilidad fiscal del sistema previsional y de salud se vuelve real.
Pero no sólo eso. Se afectará también la innovación, la fuerza laboral disponible, la vitalidad de nuestras ciudades y regiones, el sistema educativo, e incluso el crecimiento económico a largo plazo. Como han advertido expertos como Fernando Zegers y organismos internacionales, sin un cambio serio en política pública, Chile tendrá que “vivir de los migrantes”, y aun eso requerirá una estrategia bien pensada para evitar tensiones sociales y económicas.
Por eso es urgente adoptar una estrategia nacional para fomentar la natalidad. Aquí algunas medidas clave:
1. Conciliación entre vida laboral y familiar
- Sala cuna universal desde el nacimiento.
- Flexibilidad laboral efectiva: teletrabajo, jornadas adaptables y permisos por hijo enfermo.
- Licencias parentales equilibradas y transferibles para madres y padres, fomentando la corresponsabilidad.
2. Apoyo económico estructural
- Bonos por nacimiento no como gesto simbólico, sino como política estructural permanente.
- Asignaciones familiares progresivas, que aumenten con el número de hijos.
- Deducciones tributarias por carga familiar y subsidios habitacionales orientados a familias jóvenes.
3. Acceso universal a servicios de fertilidad
- El Estado debe financiar tratamientos de fertilidad y reproducción asistida, que hoy son prohibitivos para gran parte de la población.
- Campañas de concientización sobre fertilidad y edad reproductiva, con enfoque preventivo.
4. Cambio cultural: recuperar el valor de la maternidad y la familia
- Promover una narrativa social positiva en torno a la crianza, la maternidad y la paternidad.
- Revalorizar el aporte de las familias en la cohesión social y el desarrollo del país.
5. Migración integrada y ordenada
- El envejecimiento puede mitigarse parcialmente con migración, pero ésta debe ser integrada con políticas públicas inclusivas, empleo formal y acceso equitativo a servicios.
Chile no puede seguir mirando hacia otro lado. Enfrentar la baja natalidad no es un asunto anecdótico ni de nicho: es una de las tareas estratégicas más urgentes para el futuro del país. Dejarlo pasar es hipotecar no sólo la demografía, sino también la sostenibilidad del modelo de desarrollo chileno.

