Editorial
“La derecha no logra ponerse de acuerdo para realizar primarias y Evelyn Matthei llegará directo a la papeleta”, tituló en su momento El Mercurio. Lo que podría parecer un logro táctico para su candidatura es, en realidad, la demostración más clara de la fragilidad estructural de Chile Vamos como coalición. La proclamación anticipada de Matthei sin una contienda primaria no sólo erosiona su legitimidad, sino que también refleja la profunda incapacidad del sector para renovar liderazgos, construir consensos y conectarse con una ciudadanía que exige participación y transparencia.
Basta mirar la historia reciente para dimensionar la relevancia de las primarias: los últimos cinco presidentes de Chile ganaron elecciones tras imponerse en procesos primarios competitivos, lo que les otorgó liderazgo, validación democrática y capacidad de unir coaliciones:
- Gabriel Boric derrotó a Daniel Jadue en 2021 con el 60,43% de los votos.
- Sebastián Piñera superó en 2017 a Manuel José Ossandón y Felipe Kast con más del 56%.
- Michelle Bachelet, en 2013, se impuso con un 73,11% sobre Velasco, Orrego y Gómez.
- Ricardo Lagos venció a Andrés Zaldívar en 1999 con el 71%.
- Eduardo Frei Ruiz-Tagle derrotó a Lagos en 1993, consolidando su candidatura dentro de la Concertación.
Las primarias han sido clave para construir mayorías y otorgar gobernabilidad. Omitir ese proceso hoy, bajo el argumento de que Matthei lidera las encuestas, no solo es arriesgado políticamente, sino que demuestra un pragmatismo corto de miras que debilita a toda la derecha.
Más aún, los dichos recientes de Matthei sobre el golpe de 1973, al justificar sus consecuencias como parte de una “guerra civil”, reabren heridas y tensionan la posibilidad de proyectar un liderazgo moderno y unificador. Este tipo de declaraciones, en lugar de ampliar la base electoral, refuerzan una imagen ideológica anclada en el pasado, contradictoria con las aspiraciones de un Chile más inclusivo y democrático.
Por otro lado, su propuesta de “recorte con tijera de podar” para el aparato estatal —fusionando ministerios y bajando el impuesto corporativo del 27% al 18%— requiere una musculatura política y una coalición cohesionada que hoy simplemente no existe. ¿Cómo se avanzará en reformas profundas sin mayoría parlamentaria y sin una base ciudadana amplia y movilizada?
En definitiva, la candidatura de Evelyn Matthei está más marcada por la orfandad estratégica de su coalición que por una visión de futuro clara. Si Chile Vamos quiere aspirar a gobernar, debe demostrar que puede más que reciclar liderazgos. Debe ofrecer competencia, apertura y un proyecto nacional que entusiasme. Las primarias eran el camino para ello, y su ausencia no es señal de fuerza, sino de debilidad.