Un 26 de junio de 2016, la Roja conquistó la Copa América Centenario tras vencer a Argentina por penales y selló una era dorada con su segundo título continental consecutivo.
Hace exactamente nueve años, Chile vivió una de las jornadas más inolvidables de su historia futbolística. En el MetLife Stadium de Nueva Jersey, la selección nacional se consagró campeona de la Copa América Centenario 2016 al derrotar a Argentina en una final infartante que terminó igualada sin goles y se definió desde el punto penal. Fue el segundo trofeo continental consecutivo para la Roja, que venía de alzar la copa en 2015.
Una final intensa y dramática
El encuentro fue disputado de principio a fin. Con un juego físico, interrupciones constantes y la presión propia de una final, el marcador no se movió durante los 90 minutos ni en el tiempo extra. Ambos equipos sufrieron expulsiones: Marcelo Díaz por Chile y Marcos Rojo por Argentina.
La tanda de penales fue el clímax de la noche. Arturo Vidal falló el primer remate, pero Lionel Messi también erró el suyo. Luego, convirtieron Castillo, Aránguiz, Beausejour y finalmente Francisco Silva, quien marcó el penal decisivo. Claudio Bravo, por su parte, tapó un disparo clave a Lucas Biglia y ratificó su figura como capitán.
El golpe para Messi
El desenlace fue especialmente duro para la Albiceleste. Lionel Messi, visiblemente afectado tras perder su tercera final consecutiva con Argentina, anunció su renuncia a la selección esa misma noche. Aunque luego volvería a vestir la camiseta de su país, aquella imagen suya desconsolado quedó como uno de los símbolos de la final.
Una generación irrepetible
Con este título, Chile cerró un ciclo glorioso que cambió su historia futbolística para siempre. La generación liderada por Bravo, Vidal, Alexis, Medel y Aránguiz escribió con fuego su nombre en los libros dorados del fútbol sudamericano. En apenas un año, levantaron dos Copas América y dejaron atrás décadas de frustraciones.
Nueve años después, el recuerdo sigue vivo
Hoy, a nueve años de aquella hazaña, el pueblo chileno recuerda con orgullo la noche en que su selección tocó la gloria por segunda vez. No fue solo un triunfo deportivo: fue una declaración de carácter, convicción y pasión. Fue el día en que Chile demostró que estaba a la altura de los más grandes.