En 2019, el expresidente brasileño visitó Chile y fue recibido por figuras como José Antonio Kast, Jacqueline Van Rysselberghe y parlamentarios de Renovación Nacional. Hoy enfrenta una condena histórica por liderar un intento de golpe de Estado tras las elecciones de 2022.
Cuando Jair Bolsonaro llegó a Chile en 2019, la derecha chilena no dudó en abrirle las puertas. El entonces mandatario se reunió con José Antonio Kast, presidente de Acción Republicana, con la senadora Jacqueline Van Rysselberghe y con dirigentes de Renovación Nacional, quienes incluso invitaron a su hijo Eduardo Bolsonaro a la sede partidaria.
Durante una de sus estadías en Chile estuvo de cumpleaños e incluso fue agasajado con una torta en el Palacio de La Moneda.
Aquella visita simbolizó el estrechamiento de lazos entre sectores conservadores chilenos y el ultraderechista brasileño, cuestionado por sus posturas misóginas, homofóbicas y anti-trabajadores, así como por los vínculos de su hijo con grupos paramilitares.
Seis años después, el escenario es radicalmente distinto. El Supremo Tribunal de Brasil alcanzó mayoría para condenar a Bolsonaro por intento de golpe de Estado tras su derrota en 2022, marcando la primera vez en la historia del país que un expresidente enfrenta una sentencia de este tipo.
El fallo de la justicia brasileña le dió un condena de 27 años de cárcel, hecho que también refuerza la distancia entre el exmandatario y sus aliados regionales, evidenciando cómo aquel referente de la ultraderecha latinoamericana terminó convertido en símbolo de desestabilización democrática.

