Las nuevas advertencias del Consejo Fiscal Autónomo (CFA) no son un simple matiz técnico. Son un llamado a la seriedad en momentos en que la deuda pública bordea niveles que ya activan las alarmas —con la posibilidad cierta de superar el límite prudente del 45% del PIB en el corto plazo— y en que el país se aproxima a un proceso electoral.
Durante años, la holgura fiscal permitió postergar el reconocimiento de menores ingresos estructurales, camuflando debilidades en las proyecciones. Hoy, ese lujo se ha agotado: los espacios de endeudamiento están tensionados, y lo que en el pasado se toleraba, en el presente resulta inaceptable. No basta con que el presupuesto de 2026 se ajuste nominalmente a la meta de déficit estructural de 1,1% del PIB. Si esa meta se construye sobre supuestos inflados de recaudación o sobre gastos permanentes financiados con ingresos transitorios, lo único que se logrará será profundizar la fragilidad de nuestras cuentas públicas.
La crítica del CFA apunta justamente a la necesidad de sincerar los ingresos estructurales y abandonar la práctica de presentar como sostenibles recursos que no lo son. Persistir en esa opacidad equivale a hipotecar la credibilidad internacional de Chile, su clasificación de riesgo y, en definitiva, las condiciones de financiamiento del propio Estado.
La disciplina fiscal ha sido una de las mayores fortalezas del país en las últimas décadas. Relajarla en tiempos de estrechez es un error que comprometerá no solo la gobernabilidad del próximo gobierno, sino la capacidad del Estado de sostener políticas sociales y de inversión pública.
El desafío es claro: se requiere un presupuesto que no maquille cifras ni proyecte ingresos que no existirán. Solo así podremos evitar que la deuda pública continúe escalando sin control. Lo responsable es reconocer la realidad y actuar en consecuencia, aunque políticamente resulte incómodo.
La advertencia del CFA no es un ejercicio académico: es la última oportunidad para reconducir el rumbo antes de que la situación fiscal cruce un punto de no retorno.

