Se desata una rápida escalada militar: Israel bombardea objetivos nucleares e infraestructuras iraníes y Teherán responde con oleadas de misiles y drones. Washington prohíbe atacar a su líder supremo, pero mantiene interceptaciones y presiona por negociaciones.
Israel lanzó una amplia ofensiva aérea contra Irán, golpeando instalaciones nucleares, depósitos militares y el Ministerio de Defensa en Teherán. El ataque, parte de la llamada “Operación León Creciente”, duró varios días y dejó cientos de muertos, entre ellos altos mandos militares y científicos nucleares. Las defensas aéreas israelíes se reforzaron con apoyo de EE.UU.
En represalia, Irán disparó más de cien misiles y drones contra objetivos en Tel Aviv, Haifa y alrededores, causando decenas de muertos y cientos de heridos, algunos de gravedad. El conflicto también involucró a los hutíes, que alzaron fuego sobre el norte de Israel.
Mientras tanto, Estados Unidos negó su participación directa en los bombardeos, aunque reconoció haber sido avisado de anticipación y haber bloqueado un intento israelí de asesinar al líder supremo iraní, Ali Jamenei. Además, ayudó a interceptar misiles iraníes y advirtió que respondería cualquier ataque contra sus intereses.
El presidente Trump, presente en la cumbre del G7, defendió la posibilidad de negociar un alto el fuego entre ambas naciones, aunque sostuvo que “a veces tienen que pelearse”. Al mismo tiempo, llamó a Irán a retomar las conversaciones nucleares y elogió la coordinación defensiva con Israel.
La comunidad internacional hace un llamado urgente a la desescalada. Francia, Alemania y Reino Unido instan a Irán a volver a la mesa de diálogo, y líderes de la UE y la ONU advierten sobre los riesgos de un conflicto regional más amplio, que ya afecta mercados energéticos, vuelos civiles y precios globales.

